Las torres de refrigeración sirven para disipar el calor producido en algunos procesos productivos o bien en sistemas de climatización, a partir de agua.

El agua que llega a las torres a través del sistema está caliente, en ella se produce la evaporación de parte del agua y simultáneamente se producen aerosoles, mientras que el resto de agua ya enfriada vuelve a entrar en el circuito. El agua es enfriada por una corriente de aire en contracorriente que disipa el calor del agua.

Las torres de refrigeración actúan como grandes limpiadoras del aire, y el agua es bastante efectiva para capturar el polvo, microorganismos y otros residuos. Estos pueden llegar a cambiar las características del agua y a favorecer las condiciones de crecimiento de los diferente microorganismos, tanto los que llegaron al sistema a través del agua de alimentación, como los captados en el aire.

También es importante el estado del relleno de la torre pues aparte de disminuir el rendimiento térmico de la misma, se pude colonizar fácilmente de Legionella si no se mantiene en condiciones.

Para maximizar la eficacia de la torre se utilizan unos materiales de relleno con un diseño para que la superficie de contacto sea lo más alta posible entre el aire y el agua. Este relleno puede ser por goteo o salpicadura, o relleno del tipo película.

Para evitar las pérdidas de agua, se utiliza un separador de gotas situado en la salida de la corriente del aire. En la parte inferior se sitúa una bandeja o balsa que recoge todo el agua que cae una vez enfriada.

Esta bandeja o balsa debe tener una pendiente adecuada y una válvula para poder eliminar la suciedad.

Un mantenimiento adecuado de los elementos de todas las instalaciones de riesgo es esencial para reducir el crecimiento de la Legionella.